Había llegado el día en el que podía ponerle un rostro a esa voz que tanto me fascinaba, por fin la conocería, mi corazón latía tan rápido que podría salirse de mi pecho, era algo inevitable… Y así transcurrió toda la mañana.
Las horas pasaban lentamente, aunque más bien esa era mi percepción a tan glorioso encuentro, habían concluido todas las cirugías del turno y corrí a refugiarme en uno de los quirófanos vacíos, tal cual lo hacía siempre que estaba cansada de la multitud, toma un banco y lo coloqué frente a la camilla vacía que se encontraba ahí, me senté en el mientras de mi bolsillo sacaba dos monedas que alguien me había regalado con anterioridad y que consideraba valiosas para mí, las coloqué sobre la camilla y comencé a jugar con ellas para calmar un poco mi ansiedad ante aquel encuentro.
Llego al momento se salir, toma mis cosas y me dirigí con prisa hacía los bastidores sin importarme lo que había a mi alrededor, me quite el uniforme con prisa mientras lo colocaba sobre una banca de madera que se encontraba a un lado mío, me cambie, guarde mis cosas en el casillero y toma mi bolso para dirigirme a la salida. Aún no podía creerlo del todo, mi mente recorría cada conversación tratando de encontrar un error posible pero no era así, suspire y acelere mi paso.
Hacía un poco de calor aquella tarde y los nervios se hacían cada ves más presentes mientras me acercaba al lugar acordado por el, llegue al lugar a inmediatamente escribí un mensaje diciendo que ya me encontraba ahí esperándome, no pasaron no 5 minutos y vi una silueta acercándose a mi. “Eres hermosa” fueron sus primeras palabras, mientras me toma con fuerza entre sus brazos, me sentí protegida desde el primer instante . Me tomo de la mano con firmeza y nos dirigimos a otro sitio, recargo mi cuerpo sobre una barda, sacó una caja de cigarrillos y exclamó “párate frente a mi” una orden que obedecí sin dudar, me pregunto si fumaba a lo que yo contesté que no mientras lo negaba con la cabeza, encendió un cigarrillo y comenzó a fumarlo moviéndose de un lado a otro, demostrándome lo hiperactivo que podía ser, yo le observaba pero el sol se reflejaba directamente sobre mis anteojos y no me permitía grabarlo en mi mente de una manera correcta, como una perfecta cámara que almacena esas imágenes que quieras guardar por siempre.
Hizo una referencia sobre el color de labial que llevaba, preguntándome que porque lo había elegido? Si me gustaba el color o era porque combinaba perfectamente con mis anteojos. ¡Qué observador! Lo pensé un segundo y respondí que sólo me gustaba y llevaba un tiempo experimentando con esos tonos (rojo cereza, lo recuerdo bien). En un instante acercó sus labios a mi oído “Estas segura? Si nos dirigimos a ese lugar no habrá vuelta atrás” la mire a los ojos mientras asentía con la cabeza y una voz baja que si. Tenía miedo, no podía evitarlo pero sin duda quería que ese momento llegará. Terminó su cigarrillo, sujeto mi mano con fuerza y comenzamos a caminar, lo hicimos no por mucho tiempo, cuando levanté la mirada ya estábamos ahí.
Las puertas del ascensor se abrieron, me pidió que saliera yo primero y le esperará, al salir el , camine detrás suyo, abrió la puerta de la habitación y el entró seguido de mi, la luz era muy tenue puesto que sólo era la de un pequeño rato de sol que se filtraba entre las cortinas que resguardaban aquel balcón. Ahí se encontraba dispuesta una silla antigua de madera. “Colócate de rodillas frente a esa silla” lo hice con rapidez, no me dio tiempo de mirar más afondo todo lo que se encontraba en la habitación, supe en ese instante que ese era su sitio predilecto, me coloqué de rodillas en posición de espera, mientras cerraba los ojos por instantes tratando de descifrar cada uno de los sonidos que salían del otro extremo de la habitación. Santi sus pasos acercándose a mi, se sentó en la silla, colocó sus manos sobre sus rodillas mientras yo me acercaba para besarlas por primera vez. Sentí sus manos recorrer mi rostro y una bofetada la siguió al ello, me sorprendí un poco, nunca había sentido esa sensación y lejos de molestarme me agradaba en demasía.
Colocó sus manos sobre mi cuello mientras me colocaba un collar, seguido a ello sujeto una correa a este, la Halo con fuerza “Mírame, levanta tu rostro” mientras jalaba nuevamente de ella para que yo me acercará más a el. “Quien soy?” Mi amo, Mi señor, respondí, “¿Quién eres? Lo que usted desee mi señor respondí. Acercó su rostro a mi cara mientras hablaba de la correa y susurró a mi oído “En estos momentos no eres más que un objeto para mi, para mi placer, para mi satisfacción, así que hoy olvídate que existes y dedícate a complacerme” se separó un poco de mi y levantó mi rostro, mirándole a los ojos sólo pude decir si mi amo, será todo lo que usted desee que sea.
No puedo explicar la sensación que invadió mi ser con aquellas palabras, más si puedo decir que desde ese instante sólo quería permanecer a sus pies… Y no se que hubiera pasado de haber aceptado sólo un café.
Autora: Cat Ditto