Apuré la copa de vino, estaba fresco, pero aún así seguía teniendo calor. Pasaba las paginas del libro, aunque mis ojos se deslizaban por ellas no era capaz de concentrarme. Era su libro, el que me regaló cuando nos conocimos y que nunca leí, el que me dedicó en tinta roja como la sangre y que quedó olvidado en un rincón de la habitación, “de mi mano irás en este mundo, tu mente, cuerpo y alma son míos mi sumisa bonita, m-i-o-s”.
Ese sentido de la propiedad lo tenía muy marcado, me sentía protegida por él, nada me pasaría, él estaría siempre ahí, cuidándome y alejando el miedo que pudiera tener.
Sonó el teléfono y me devolvió a la realidad, sabía quien era.
- ¿Si?- pregunté sonriendo
- Hola perrita, ¿cómo estas?- su voz sonaba alegre, estaba juguetón.
- Bien, mi Amo, estaba leyendo y tomando un vino fresco, tengo mucho calor.
- No quiero que bebas más, te quiero al cien por cien - dijo más serio.
- No se preocupe mi Amo, es solo una copa antes de arreglarme.
- Muy bien, eso espero, te recogemos en una hora- su voz era dura y colgó.
“Te recogemos”, eso había dicho, era verdad, esa sesión sería con mi Amo y otra persona, no sabía si hombre o mujer, me había dicho que nunca me compartiría, que no soportaría verme con otro hombre pero si con una mujer, pero que siempre podía cambiar de idea.
La primera vez que hablo de cederme me estaba follando, me tenía atada con los brazos en cruz, me había azotado con el flogger y sujetaba mi garganta con su mano izquierda, por mi cabeza no había pasado que pudiera cederme, era suya, solo suya.
- ¿Te gustaría comer una verga mientras yo te follo, perra? - me dijo mientras apretaba mi garganta - me gustaría verte como la puta que eres, comiéndote otra verga mientras te penetro el culo.
Mi cabeza pensó una cosa y mi cuerpo otra.
- Tu cuerpo lo desea, perra, lo tendrás- dijo mientras se corría en mi interior.
Desde ese día, mi cabeza empezó a pensar que podía pasar y mi cuerpo lo deseaba cada vez más. Una noche, mientras estaba sentada a sus pies, me dijo:
- Perrita, he decidido que quiero verte con otra persona, no te diré si hombre o
mujer, te dije que podía cambiar de idea, pero quiero saber tu opinión.
- Mi Amo, nunca pensé que me pediría algo así, me aferraba a ese “no soportaría verte en brazos de otro”, pero desde la vez que me dijo que mi cuerpo lo deseaba, esperaba que me lo dijera, mi decisión es si, mi Amo.
- Si querías hacerlo, ¿por qué no me lo dijiste, perrita?- me preguntó mientras me acariciaba la cabeza.
- No quería que pensará que no tenía bastante con usted- contesté apoyando mi cabeza en su rodilla.
Todos esos recuerdos volvían a mi mientras me duchaba, usé el jabón que me regalo, al igual que la crema que me di, mi piel olía a vainilla. Me vestí como sabía que le gustaba, con un vestido que marcaba mi cuerpo y unas sandalias de tacón atadas en los tobillos, debajo del vestido no llevaba nada. Miré el reloj, quedaban tres minutos, bajé a la calle, me empezaba a poner nerviosa.
Su coche giró la esquina, venía solo, abrí la puerta del copiloto y subí.
- Buenas tardes, mi Amo.
- Buenas tardes perrita- dijo alegremente - vamos a ver a un amigo, lo pasaremos muy bien.
Mi corazón latía deprisa, sentía la boca seca y mis manos empezaron a sudar, salimos de la ciudad, yo miraba por la ventanilla, intentando relajarme.
- ¿Estas nerviosa, perrita? - preguntó mientras posaba su mano en mi pierna.
- Si, mi Amo, me pidió mi opinión, mi decisión fue hacerlo, ya lo habíamos hablado en el pasado y hemos llegado a un consenso. Usted puso la semillita en mi cabeza y mi cuerpo lo pidió a gritos, pero tengo miedo, miedo de no estar a la altura- dije mirando su mano en mi rodilla.
- Estarás a la altura mi putita, lo estarás- dijo parando el coche, habíamos llegado. Estábamos en un centro comercial, había aparcado al final del parking, solo había otro coche allí, me quede dentro del coche mientras mi Amo salía y saludaba al hombre que bajo del otro coche, los dos vinieron hacía mi lado y mi Amo abrió la puerta, salí del coche con la cabeza gacha.
- Ella es mi perrita, te encantará, es muy suave y da gusto azotarla.
- Me gusta lo que veo, y si, es suave - dijo el amigo de mi Amo, mientras pasaba un dedo por mi cuello bajando hacía mis pechos.
Aquel gesto hizo que mirase a mi Amo me dejaba mirarle cuanto quisiera, sabía que sus ojos me dominaban, que necesitaba más su mirada que sus palabras, que aquellos ojos me daban paz, vi la sonrisa en su mirada y miré a su amigo.
Eran casi de la misma estatura, su amigo tenía algo más de peso, ojos también oscuros y el pelo castaño y ondulado, sus manos tenían los dedos cortos y
estaban muy cuidadas.
- He traído un regalo para ti, tu Amo me dio permiso y le pareció una buena idea, me comentó que se te rompió- me dijo mientras me daba una pequeña bolsa que llevaba.
- Gracias, señor - dije mientras sacaba su contenido. Era una caja envuelta en papel negro, lo rompí nerviosa, era un huevo vibrador rosa, sonreí, el mío había "muerto" en acto de servicio - muchas gracias, y hasta el color me gusta- dije sonriendo.
- Vamos a estrenarlo perrita, póntelo- me dijo mi Amo.
Saqué el huevo, mientras llevaba el huevo a mi boca para humedecerlo con la lengua, alargue mi mano hacia ellos con el mando a distancia, que ellos decidieran quien lo llevaría, - lleva tu el mando X- dijo mi Amo.
Me levanté la falda del vestido, separé las piernas y metí el huevo dentro de mi cuerpo.
- ¿Vamos a tomar un café?- dije sin pensar y note la primera vibración en mi interior.
- Me parece bien, además quiero mirar unos zapatos - dijo el señor X.
Mi Amo me miro y una sonrisa traviesa se dibujo en su cara. Mientras nos acercábamos a la entrada, mi cuerpo sentía las diferentes vibraciones en su interior, mi coño estaba muy húmedo.
- Hueles a perra- me susurro mi Amo al oído y yo solo pude gimotear.
- ¿Queréis primero el café o miramos en la zapatería?- pregunto mi Amo muy alegre, sabía que mi cuerpo pedía liberar tensión, mi cara estaba roja y su amigo había dejado una larga vibración en el huevo - perrita, ¿tu que prefieres?.
- Correrme, mi Amo- resoplé.
-- Vamos a la zapatería- dijo X con decisión.
La zapatería estaba al final de un pasillo, las vibraciones en mi interior eran intermitentes, mi Amo me miraba sonriendo, mi cuerpo ya no podía más. Entramos en la zapatería, tenía pasillos con estanterías donde se exponían los distintos zapatos, X se dirigió al último pasillo, se sentó en un banco que había y muy serio me dijo.
-Quiero que cojas una caja del ultimo estante, que al agacharte tu culo quede a mi vista y tus piernas separadas, quiero ver tu coño brillar por la humedad.
Miré a mi Amo, en su mirada pude leer que lo hiciera, obedecí, al doblar mi cuerpo la vibración en mi interior fue más intensa, mi respiración era cada vez más acelerada y una gota de sudor bajaba por mi cara.
- En esa posición estas bien, me gusta lo que veo - dijo X - mientras empezó a tocarme, sus dedos chapoteaban en mi humedad, yo resoplaba, la vibración en mi interior era muy intensa y me sentía temblar, sus dedos tocándome me tenían al borde del orgasmo.
-Mi Amo- dije entrecortadamente- me da permiso para correrme?.
-Perrita, aguanta un poco más.
Quería gritar, quería dejarme ir y no tenía permiso, mis piernas flojeaban, oía
voces de la tienda, pasos que iban y venían y solo pensaba en dejarme ir.
- Mi Amo, por favor - mi cuerpo temblaba, mis dedos se aferraban al borde de la estantería, los dedos de X frotaban mi coño.
- Que bien huele esta perra, vamos a dejarla terminar, quiero ver como palpita su coño para mí-dijo X.
- Correte perrita, correte - dijo mi Amo a mi oído, oír su permiso y dejarme ir, mi coño latió mientras los dedos de X entraban en mi interior para quitarme el huevo, y un torrente de mi néctar cayó al suelo, mis dedos seguían aferrados a la estantería, mi respiración era rápida, mi cuerpo temblaba bañado en sudor.
- ¿Se ha mareado? – una voz de mujer se oyó en el pasillo.
Giré mi cabeza hacía donde venía la voz y vi unas piernas morenas, me fui incorporando y me fije mejor en aquella mujer, llevaba un vestido de tirantes con flores y el pelo recogido en un moño medio deshecho.
- Digamos que tuvo una ausencia- dijo mi Amo sonriendo.
- ¿Quieres un vaso de agua?-dijo ella acercándose a mi.
Miré a mi Amo, no sabía que contestar, mi boca estaba seca y pedí permiso.
-¿Puedo?, mi Amo - pregunté tímidamente.
- Si, perrita.
- Ven – dijo ella mientras me cogía de la mano.
Mis piernas estaban doloridas, mi respiración ya era normal, nos dirigimos al interior de la tienda.
-He visto lo que ha pasado, ellos o no se dieron cuenta o les gusto que mirase, me ha gustado, veía tu cuerpo en tensión, los dedos de él tocándote, mira - me dijo cogiendo mi mano y llevándola a su coño.
Estaba húmeda, muy húmeda, sus ojos se clavaron en los míos, deslice dos dedos dentro de ella. Oí un ruido y saqué los dedos, eran X y mi Amo que nos habían seguido, sonreí al ver la mirada de mi Amo, tenía permiso para jugar con ella.
- ¿Quieres que juegue contigo? - le pregunté mientras me ponía detrás de ella y la daba la vuelta para que los viera allí - ¿quieres que ellos vean como juego contigo? - le pregunté mientras le levantaba el vestido y la acariciaba.
- Si, gimió.
Mis dedos bajaron por su vientre, adentrándose en su hendidura, con la otra mano la apretaba uno de sus pechos, empecé a pasar mi lengua por su cuello, ella se dejaba hacer, X se acercó a nosotras, se desabrochó el pantalón y sacó su verga erecta, tocándose delante de nosotras, mi Amo se puse detrás de mi y oí como bajaba también la cremallera de su pantalón
- Ahora vais a hacer lo que nosotros queramos zorritas, mi perrita será penetrada por mi y nuestra hermosa zapatera se alimentará de la leche de mi amigo- dijo mientras su mano se perdía debajo de mi vestido.
Título: La Zapateria
Autor: Rubika