_ ¿Qué necesidad tengo de estar soportando esto? - Entre cada uno de los azotes me lo pregunto, pensando pedir que se detenga.
_ ¡A chinga chinga chingao, pero si nadie me manda a aguantar esto! - lo pienso mientras trago cada gemido que choca contra el bocado en mi boca … Y entonces, flashback al siguiente azote en la espalda: Nosotros sentados en ese bar, afuera, en la banqueta, la única mesa ocupada en esos momentos, frente a la escultura de sirena amorfa y gorda y erótica y tan suculenta que indudablemente es uno de los mejores atractivos de ese lugar. Le pedí que nos viéramos, tenía años que quería hablar con El, que escuchara lo que estaba por declararle. Que supiera que tome la decisión de salir de mi capullo.
_ Y quiero que mi alter ego sea bonni - le decía sonrientemente, pero nerviosa, y El me escuchaba atento cuando se lo decía. Entre cada trago de su cerveza esperaba que me interrumpiera, pero apenas y parpadeaba sin desprender su mirada sobre mí, ponía atención total cuando le contaba que quería disfrutar de mi sexualidad, sacar tantas fantasías de mi baúl, incluso prostituirme, convertirme en un icono, y que lo necesitaba para que me ayudara a cambiar mi imagen, yo sabía que además habría cosas que me podría enseñar para ser muy buena en mis servicios. Siempre lo he pensado como un gran profesor, aunque solo me había dado una clase y hablamos pocas veces. Entonces El me recordó que me había contado sobre el BDSM y me dijo que una opción podría ser rentarme como sumisa. No había querido conocer más del tema, creo que el temor de no conocerlo, no haberlo probado. Solo había descubierto que me gustaba que me tomaran fuerte del cabello mientras me penetraban y algunas nalgadas me excitaban. Pero no podía pensar en mi amarrada, azotada, controlada y castigada como en esas películas que recién vi sola en el cine, pero pensé - si me van a contratar algunos hombres guapos y adinerados como ese actor pues ... jiji!
_ ¡Adelante, instrúyame!, ¡Soy una masa moldeable! - le dije. Entonces me hablo de términos y de reglas, y que de lo seguro y que de lo otro y que el consenso, y que mi cerveza estaba más interesante en ese momento, yo estaba pensando, hasta olvidaba que tenía que terminar un libro antes del examen final en la escuela al día siguiente. Ahora aquí estoy, en su "espacio de juegos", por momentos sin soportar más los azotes. Pero se ha vuelto tan excitante, el sentir inesperadamente su caricia cuando hace pausas, su tacto calmando mi piel y prendiéndome por dentro cada vez más fuerte, en cada momento en que me abraza con el flogger. Entre mis piernas siento como escurro de lo excitada que estoy, y continúo sintiendo sus caricias donde antes me azotaba. Sus dedos pasando por mis senos donde antes estuvieron las pinzas alrededor de mis pezones, y mismos dedos comprobando que estoy muy mojada en mi sexo. Disfruto tanto de su tacto, sus caricias afuera y dentro de mí, la baba casi saliendo de mi boca y las ganas de morder el bombón que ahora me puso entre los dientes. Y ese momento en que me dijo - No lo muerdas - ahora hace eco su voz en mi cabeza con las mismas palabras, y me excito y creo que no podre aguantarlo más, deseo que no pase por alto penetrarme. Caricia tras caricia de cada uno de los diferentes floggers haciendo recuerdos en mi mente y en mi piel ... ¡y las tablas! … ¡y sus manos! ... esas manos suyas ... con esas uñas largas y afiladas que recorren las marcas de la cuerda con la que me vistió después de que dijo que me desvistiera.
Y recuerdo entonces que con eso comenzó esta sesión. Me inmovilizó y me hizo sostener el flogger en la boca mientras me nalgueaba por haber llegado tarde. Ahora estoy tan mojada que el dildo se juega tan fácil dentro de mi vagina como su pene mi boca. Mientras yo me pregunto si será un sueño, El me pregunta sonriendo - ¿estás bien? - y no puedo dejar de temblar de tanto placer para poder responder. Por un momento veo el mar sobre mi cabeza y el cielo en los pies. Volar o caer da igual, el mar parece tener piel de oro y el aire se hace azul oscuro …
Me sienta, yo abro los ojos y apenas enfoco - ya puedes comerte el bombón - me dice y además me pone en la lengua un chocolate para que lo acompañe. Le quiero ver su cara de demonio y no puedo, estoy muy extasiada y me doy cuenta que apenas vamos comenzando y que aún hay mucho sobre mí que debo descubrir. Hoy aún no nos despedimos y ya ansío la siguiente sesión. Ha despertado en mi un monstruo grande y no sé si podre contenerlo las siguientes dos semanas. Creo que será un reto interesante.
Título El cielo en los pies
Autora: Eco