Cuando ella abrió los ojos no había en su cuerpo nada más que un collar negro, de piel, grueso pero estético, con una pequeña placa plateada en la que de un lado se leía 'Mía' y del otro 'Yoss'. Se levantó de la cama y se miró al espejo: marcas de la noche anterior por toda su piel.
Aún recuerdo el día que tuve la oportunidad de estar frente a frente y charlar un poco, ahora con una sonrisa revivo ese momento; la emoción y nervios que sentía al grado de no saber ni que decir; es uno de los días el cual no olvidare al igual que hoy.
Llevaban cerca de un año juntos, habían aprendido mucho el uno sobre el otro. Samadhi había encontrado en su sumisión, una parte de ella que no conocía, una parte lasciva, oscura. Ella no era adicta al dolor. Aunque en esos meses la habían azotado y torturado de formas que ni siquiera creía que existían. Conocía el dolor a la perfección y sus limites ante el, pero lo que ella en verdad adoraba era la humillación , la que lograba hacerla sentir crecer orgasmos sin siquiera tocarla, le gustaba saberse minimizada, poca cosa, nada.
Veo a través de la ventana sin ver lo que hay en el exterior de la habitación, estoy perdida en los recuerdos, perdida en Su recuerdo; hace apenas unos minutos he leído un mensaje de texto con una orden y me preparaba a obedecer cuando Su recuerdo me invadió, Amo así le llamo ... Dueño así le deseo... sus ojos color chocolate me dominan sin palabra desde que lo conocí, nunca supe realmente quien soy hasta Él. Fue de mucho platicar por internet y algo de coqueteo; con Él hice todo lo que dicen en las redes sociales que no debe hacer una mujer... una sumisa novata, quizá me sentí segura por mi edad madura y la verdad quería correr riesgos; el sonido del celular me regresa a la realidad y sonrío al leer: