Mi amo me había pedido si quería servir en una fiesta navideña.
Normalmente en las fiestas en cual yo no era el entretenimiento, yo servía a los invitados. Eso incluía todas las preparaciones y servirlas en la noche.
Me recuerdo una fiesta en el verano en donde organizamos un gangbang para una amiga. A mí me tocaba asegurar que todos estaban listos y preparados para cogerla, con suficiente lubricante y duros. Mi Amo me había dado permiso usar mis manos, mi boca y mis senos.
No me acuerdo cuántos hombres tenía en mi boca esta noche. Si me acuerdo bien lo rico y frustrante era para mí. A la mitad de la noche casi rogué mi Amo si me pude tocar a mi misma mientras les chupaba, pero me lo niego.
Después de la fiesta mi Amo me llamo. Estiró su mano y me decía que me masturbara con el hasta tener mi orgasmo. Él estaba todo vestido, no me miró, ni me acarició, únicamente su mano plano estirado lo pude usar. Ni siquiera dobló sus dedos para poder metérmelos. Ahí estaba yo, como perrita caliente, moviendo mis caderas contra su mano. Me sentí tan humillada que casi no quería continuar. Pero mi calentura era tanto, mi necesidad de venir tan grande, que tenía que seguir.
De repente mi Amo agarró con su otro mano mi cara, me volteo para que lo tenía que ver en sus ojos. “Estoy muy orgullosa de ti mi niña. Hiciste bien hoy”. Escuchando estas palabras algo se soltó en mi interior y olas de orgasmos seguían hasta que ni me pude quedar parada, y me quede en el piso temblando.
Medio recuerdo que mi Amo me cargó al cuarto, me limpió, y me tapo con las sábanas.
En el superbowl del año pasado mi Amo había invitado una mezcla de amigos. Para los del mundo vanilla se aparecía que era un buen anfitrión. Si hubieron visto un poco más allá de la superficie, hubieran visto que a veces uno de nuestros amigos del ambiente me llevaba al cuarto y me usaba como quería. Después de que eso paso, yo tenia que arreglar rápida mi ropa otra vez, para seguir dando cervezas como si el semen no se me estaba derramando por mis piernas.
Pues, todo eso nada más para platicarles un poco de cómo era la vida y la relación entre mi Amo y yo. Entonces cuando Él me pidió si yo quería servir en su reunión de navidad, yo le dije que claro que sí, y con todo gusto.
El 24 en la mañana pase todo la mañana preparando una cena delicioso y limpiando la casa.
Unas horas antes de que iban a llegar los invitados mi Amo me llamo. Su cara se puso serio. Me ordenó que me arrodillara en frente de su silla favorito. Sentado ahí, viéndome desde arriba, Él me preguntó “mi niña, mi hermosa, mi esclava… Sé que eres mía y estás dispuesto a darme tu placer, tu cuerpo y tu mente. Eso has comprobado una y otra vez. Ahora, hoy, quiero algo más de ti. Quiero tu sumisión. No tu obediencia, no tu servicio. Tu sumisión. Tu sumisión a mi placer, y solo mi placer. ¿Estás dispuesta a dármelo?”
Mi primer instinto fue declarar que claro que si. Que obviamente el tenia mi sumisión, con todo lo demás. Pero algo en su cara me paró. La mirada con que me estaba viendo, ternura, amor y seriedad me hice pensar. ¿Realmente estaba dispuesta a eso? Realmente yo pude someterme completamente a él?
Cerré mis ojos y busqué en mi interior. Dudas, preguntas, nervios, todo encontré, pero debajo de todo eso encontré algo más valioso. Una confianza en Él. Y, más que nada, una certeza de saber que El era mi Amo. No nada más porque así era nuestra relación, porque así lo habíamos decidido. No, el era Mi Amo. Así era. No había otra posibilidad que eso.
En el momento que sentí eso, abrí mis ojos y levanté mi cara. Lo miró en sus ojos y contesté “Sí, mi Amo. Si estoy dispuesta”.
El me sonrío y me dio un beso. Me ordenó a bañar y prepararme y regresar desnuda en frente de su silla.
Me bañé y me preparé como siempre. No sabía qué esperar, pero desde hace mucho Él me entrenó a prepararme bien.
Ya me estaba poniendo un poco nerviosa, pero emocionada también. Tal vez hoy me tocaba a mí el gangbang como a mi amiga en verano. Él sabía que tanto me emocionó verla y que también me gustaría ser usada así.
Regresé en frente de su silla, y me quedé para en posición de espera con mis manos atrás de mi espalda. “Ya estoy lista Amo”. Me sorprendió que mi voz se quebró un poco. Tanto tiempo que nos conocimos ya, y de todas maneras Él todavía tenía la capacidad de ponerme tan nerviosa.
El me miró y tomó una respiración profundo. “Tu última oportunidad para cambiar de opinión, mi niña” me dijo. “¿Estas segura que te quieres entregar a mí?”
Sonriendo y ahora si con seguridad le contesté “Si Amo. Estoy segura y dispuesta”. “Ok hermosa. Recuerda que te amo y te quiero. Eres mi posesión más valiosa”.
Y con eso su cara cambió. Cuando se puse así, con todo su actitud me ordenó. A veces me gustaba pelear con el, ser un poco brat. Pero cuando tenía ese cara sabía que no había otra opción más que obedecer. Sentí como ya me estaba mojando y mi corazón empezó a latir más fuerte.
Sin decir una palabra más, me apuntó a una esquina de la sala. Ahí en el piso había algo de tela negra que nunca había visto antes. Me indicó que tenía que parar encima de ese tela. Su falta de palabras me pusieron nerviosa, pero sabía mejor que preguntarle qué quería. Nada más obedecía. Parada ahí, me subió la tela, y me dí cuenta que era como un saco para modificación. Los que había visto antes dejaban libre la cabeza pero esa no. Me dio en mi mano un aparato que habíamos usado antes. Si lo soltaba sonaba una alarma. Lo usábamos como palabra de seguridad cuando no pude hablar.
Se puso su dedo contra mi boca, indicándose que no tenía permitido hablar o hacer ningún sonido.
Me cerró el saco. No pude ver nada. Los brazos estaban adentro también pero en un tipo de manga entonces no los pude mover. El saco no estaba muy apretada. Lo suficiente como para sentirlo por todo mi cuerpo desnudo, pero no lo suficiente para sentirme asfixiada.
Sentí una presión en mis hombros. Únicamente porque vi las fotos después sé que era una estructura para poder adornarme como árbol de navidad. Sentí que estaba poniendo cosas encima, pero después de ponerme la estructura ya no me tocaba a mi directo.
Nunca habíamos jugado así.
Después de un rato, aunque no tengo ni idea cuanto tiempo era, dejé de sentir movimiento. No sentí nada ya. Me quedé parada ahí, esperando a lo que iba a pasar después. La presión no era incomoda ni pesada. Se sentía como el peso de un chamarra de invierno.
Escuché el timbre varias veces. No sé quien llegó porque no pude ver nada, y los sonidos estaban demasiado apagados. Más o menos pude distinguir si era hombre o mujer, pero hasta ahí. Por el sonido de los vasos me di cuenta que estaban en la sala donde estaba yo y que estaban tomando algo antes de irse a comer. Yo pensé que iba a estar ahí, sirviendo las bebidas y las bocadillos. Todo estaba listo y preparado entonces mi Amo no tenía que hacer nada más que servirlo, o dejar que alguien más lo hiciera. Con ese pensamiento de repente sentí algo que nunca antes había sentido. ¿Que tal si alguna otra sumisa la estaba sirviendo ahorita? Normalmente no me daba eso de los celos, pero esa pensamiento, que alguien más podría tener el placer de servirle las bebidas y las bocaditos mientras yo estaba aquí, siendo inútil, eso sí me causaba algo.
Debatí soltar mi alarma, porque no sabía si me gustaba sentirme así. Pero en ese momento me di cuenta de una gota que se me escurre entre mis piernas para abajo. Parecía que mi cuerpo si sabía. Y si le gusto. Estaba excitada con la idea, aunque con conflicto en mi mente.
No tenía absolutamente nada que hacer, más que estar ahí, parada. Decidí que no me sentí lo suficientemente mal como para usar nuestra alarma de seguridad, y me quedé parada ahí.
No sé cuánto tiempo quedaron ahí en la sala. Perdí todo sentido del tiempo. En mi mente analizaba y gozaba de ese sentimiento y emoción de celos. Analizaba todo aspecto, como me dolía y cómo me hacía sentir ese dolor. La reacción de mi cuerpo. Mis ganas de gritar “es mío! Alejate de El!” y al mismo tiempo… No hacerlo. Saber que lo que realmente quería era someterme, ser de Él, no importar como él quería usarme o no usarme.
Mi pensamiento fue interrumpido por el sonido de alarma del pavo en el horno. Por los sonidos me imaginaba que todos se fueron al comedor. Las voces sonaban hasta más apagados, y sentí que ya estaba sola en la sala. A veces escuché una risa o alguien debatiendo con voz un poco más alto, pero nunca pude distinguir las palabras.
Ahí estaba yo. Completamente sola con mis pensamientos. No estaba haciendo nada. No sirviendo a mi Amo, o a sus amigos. No estaba dando placer. Ni siquiera estaba como adorno ya, porque todos estaban en el comedor y nadie me puede ver desde ahí.
No me importa que tan sumisa eres, pero creo que en esta situación pasará lo mismo a todos y todas… En algún momento te aburres. Ahí estas, no haciendo nada, siendo inútil, siendo ignorada.
Absolutamente sola en mi cabeza con mis pensamientos, algo extraño empezó a pasar. Algo adentro de mi cabeza cambió en ese momento. Sentí como si me caí más hacia adentro en mi misma. Podría describirlo como un tipo de trance. En ese momento yo ya no servía a mi Amo porque me causaba placer. No me sometía porque yo quería. En ese momento fue como si yo desaparecía. En ese trance únicamente existía mi Amo, y Su placer. Y en ese momento su placer fue tenerme ahí parada, en silencio, y sin moverme. No tenía otra opción que obedecer. No porque yo quería obedecer a este orden, no porque decidí obedecer a este orden en este momento. En ese momento, el último pieza de rompecabezas se cayó en su lugar. Me sentí completo. Yo hacía eso, lo que mi Amo me ordeno, porque decidí someterme hacía él. Eso fue la decisión que tome, y todo fluyó desde ahí.
El tiempo dejó de existir. No sé cuando se fueron los amigos y conocidos. Casi ni sentí como se me levantó el peso de mis hombros. Únicamente me di cuenta que mi Amo me quito el saco porque la luz, aunque bajo, se me hice muy fuerte. Estaba en completa y absoluta calma.
Mi Amo me hice el signal de caminar hacia mí cojín. Ahí me senté en la posición que Él me indicaba.
Completamente vacía estaba yo, de pensamientos, emociones y sentimientos. El nada más me miró. No sé cuánto tiempo. No hubiera sabido que era posible, pero me sentí caer hasta más hacia adentro. El último pedazo que era yo, desapareció. Yo era de Él. Eso, y nada más. Era lo que Él decidió que yo era.
Me indicó ir a la cama y ponerme en posición, y me cogía. Mi cuerpo, como siempre, reacciono, y mientras el me cogía, tenía orgasmo tras orgasmo tras orgasmo. Pero mi mente se quedo en blanco.
Yo era, y desde ahora siempre había sido, y siempre será, un recipiente para su placer. Existo por Él. Soy de Él.
Por: Alexandra Ortigas