Adrien decidió ese día hacerle frente a la chica que le gustaba. Ella le gustaba no solo para novia y compañera de batalla, sino para que fuera su gatita.
Ese día se había decidido, persiguió a Marinette por todos lados, sin contar que, siendo 24 de diciembre, seguramente la chica pasaría la navidad rodeada de personas. Aún así fue a su búsqueda.
Ella se encontraba atendiendo la panadería de la cual sus padres eran propietarios, estaba sola, ya que los señores Dupain habían ido a terminar de hacer las compras necesarias para la cena de Navidad. Ahí decidió atacar.
Se transformó en el superhéroe Chat Noir, y entró de golpe a la panadería. Envolviendo a Marinette en un abrazo ante el cual ella no supo cómo responder.
Mientras la abrazaba fue atandola velozmente con cuerdas y la cargó con él, volando por los tejados de París.
Llegaron a una habitación amplia, casi sin amueblar más que un sofá largo, un par de butacones, el solitario y adornado abeto navideño en una esquina de la casa. Ahí la soltó.
Ella aún sin saber que sucedía guardó silencio y trato de calmarse, pues tenía la creencia de que, si guardaba silencio, Chat Noir la dejaría ir más pronto.
Al parecer había sido un gran error.
Mientras estaba quieta, el bajo los delicados pantalones de la chica, así mismo su ropa interior, exponiendo su bien formado trasero. Acto seguido le ato los brazos con un cinto de cuero. Inmovilizandola casi por completo. La puso a gatas sobre el sofá largo, a la par que decía:
- ¿Te gusta gatita?
Ella asintió, para no enfadarlo (según ella estaba enojado pero no, el estaba bastante excitado con lo que ella le ofrecía en ese momento)
Después, saco una paleta de madera y empezó a azotar el firme trasero de Marinette, empezó leve, para acostumbrarla poco a poco al malestar que ello causaría, y después fue aumentando hasta que le dio alrededor de 160 tablazos, haciéndola con ello sacudirse más y más con cada golpe, y, no solo eso, causándole poco a poco un llanto inminente, el cual empezaba a brotar de a poco, inundando las suaves mejillas de la chica. Ya que el consideró suficiente castigo, la desató y se acercó a abrazarla para calmarla un poco antes de pasar a la siguiente práctica.
Lo que siguió fue vendarle los ojos y ponerle unos audífonos, con una música suave y excitante. Ello era para jugar un poco con privación sensorial.
Tomo un par de velas, roja y blanca respectivamente. Ya que empezaron a fundirse más, desnudo a la chica de la parte de arriba, que era la que faltaba. Quitó la blusa y el sostén de Marinette, poniéndolos lejos para que no les impidiese jugar.
La tendió boca abajo en el piso, y empezó a trazar bellas figuras con la cera de las velas en la fina espalda de Marinette. Ella no sabía ya, a ese punto, si la estaba excitando o si le dolía. Al parecer, sin que ella lo notara, ese gato sucio la estaba llevando a un frenesí sin precedentes.
Ella nunca había experimentado un placer semejante.
Después, empezó a quitar la cera dando golpecitos con un flogger. Ella se quejaba meramente por las sacudidas, pero honestamente, ella estaba excitada y por entrar a una nueva especie de placer.
Ya que hubo quedado libre de la cera y de las cuerdas el le quitó las vendas de los ojos y los audífonos. El juego había terminado ya.
Acto seguido ella hizo una pregunta, mientras el la encaminaba al baño.
- ¿Quien eres Chat Noir?
- No te lo diré todavía, tendrás que esperar hasta que estemos cenando para saberlo.
Marinette asintió y se metió a la ducha. El agua caliente le ardía sobre los azotes y las marcas donde había estado la cera, pero extrañamente eso también le hizo sentir placer. Ella se ducho completa, de la cabeza hasta los pies, y salió. El le había dejado en la cama de la habitación, un vestido rojo, con motas negras, un antifaz del mismo estampado. Ella salió de la ducha, se vistió y salió a su encuentro. El salió con un hermoso traje negro, su antifaz y sus orejas de gato.
Fueron al salón donde les esperaba ya la espléndida cena de navidad que les aguardaba a los dos.
- Y bien, Chat Noir, ¿Ya me dirás quien eres?
Adrien dudo un instante, pues tenía miedo de perder a quien, no solo era su mejor amiga, sino de quién ya estaba enamorado. Pero sabía que ya no había de otra, pues ella quería saber de quién se trataba.
Adrien se quitó el antifaz, y con el desaparecieron las orejas. Ante ella estaba el. Ella estaba enamorada de Adrien desde hacía tanto tiempo, pero jamás se había atrevido a reconocerlo por miedo a que el la rechazara.
Ahora ante ella se encontraba el amor de su vida.
- Fuiste tú todo este tiempo....
El asintió con mirada triste.
- Si quieres que te sea franca, desde hace mucho lo empezaba a sospechar, hoy solo lo confirmaste. Por otro lado, no sé qué onda con lo que hicimos hace un rato en la sala, pero quiero decirte que me llevaste a experimentar el mejor de los placeres. Nunca me había excitado tanto ser atada y nalgueada. Y lo de los audífonos tampoco supe que fue lo que me hiciste pero fue encantador y genial.
Adrien rió por lo bajo mirando fijamente a la hermosa azabache de ojos azules.
- Te amo Marinette. Gracias por darme este regalo. Es una de las mejores navidades que he pasado y todo gracias a ti. Estoy enamorado de ti. Quiero que seas mi novia, y que seas así mismo mi gatita. Mi gatita con la que haga juegos como este, y mucho mejores.
- Acepto Adrien. Nada me haría más feliz que esto.
Adrien y Marinette cenaron tranquilamente y después de ello, el la llevo de nuevo a la panadería de sus padres. Ahí, los señores Dupain, tenían ya unos hermosos pastelitos para obsequiar. Le invitaron a pasar las fiestas con ellos y Adrien acepto. Después de todo, sería con su nueva familia. Y con su amada.
Después de las fiestas ellos decidieron ir a la torre Eiffel, donde, en la punta, se juraron amor eterno, el gato se había enamorado de la mariquita. Y así mismo, ella se había convertido en la gatita de el más travieso y heroico gato negro de París.
Por: Xkeban Kubdel