Erase una vez, dos amigas a paseo por Madero, dulcemente joviales admiraban el decorado de la ciudad, bebían ponche caliente disfrutando su paseo...
“Se busca chica para practicar”
Ingeniosa Fernanda convenció a Michelle de asistir al lugar señalado en aquel folleto con no más, que la frase, un número de whatsap y el dibujo de una mujer atada.
Conocerás al Krampus.-Dijo Fernanda sonriendo, como si supiera de sobra quien era.
¿Que es un Krampus?- pregunto Michelle.
-Un Demonio que castiga a los niños malos en Navidad.
Ingenioso para un día de vacaciones, ir al centro en visperas de Navidad a conocer al señor Diablo, Fernanda esta loca, pensaba Michelle mientras entraban a la dirección señalada.
-Venimos a ver a don Krampus- dijo Fernanda burlona.
-Sigan por las escaleras hasta el cuarto piso- respondió la recepcionista.
-El Krampus te va a castigar- dijo Fernanda a Michelle.
-Callate idiota- Respondió Michelle sonriendo.
Por la soltura de su amiga, Michelle sospechaba que Fernanda había estado en aquel lugar antes, aunque ya en otras ocasiones habían estado juntas en situaciones que eran nuevas para ambas, pero en las que Fernanda siempre se mostró tranquila, esta no era la excepción y ello le transmitió seguridad y le permitió relajarse.
Llegaron a un pequeño salón donde había una estructura extraña pintada de negro, un árbol de navidad con las luces apagadas, con sombreros de Santa Claus en lugar de esferas, el piso era de madera y las paredes amarillas, por una de las ventanas entraba un poco de luz, el resto estaba con las cortinas cerradas, negras como las tres puertas de aquel salón y las restantes de todo el edificio.
-¿Puedo ofrecerles algo de beber?- pregunto una chica que no habían visto, venía de la cafetería instalada en el piso de abajo donde Ferananda vio a tres chicos bebiendo café y leyendo libros ajenos a los demás -vaya frikis pensó-. Mirando a Michelle le pregunto si quería algo -No gracias- respondió ella, Fernanda miró a la joven y le dijo que no con la cabeza. -Soy Romina, avísenme si les apetece algo. -Gracias-dijeron las amigas a una Romina que les dejo una carta y luego desapareció por las escaleras.
-Don Krampus no es muy formal-dijo Michelle a su amiga que se entretenía con las personas que miraba en la calle, silenciosa y con las manos dentro de su larga chamarra.
-Sólo denme un minuto, cierren las cortinas y enseguida estoy con ustedes- dijo un hombre que apurado desapareció tan rápido como apareció por la puerta izquierda al fondo del salón, portaba una petaca de piel y vestía completo de negro. Fernanda solo le vio la espalda y Michelle no tuvo tiempo de inspeccionarlo.
Se miraron consternadas, Fernanda jugueteo con las cortinas y las junto con sus manos, sin realmente cerrarlas, luego las separo mirando a su amiga, ¿en verdad debía cerrarlas? Se preguntaron ambas en un dialogo que solo comprenden las amigas, nuevamente unió y abrió las cortinas, como para comprobar si ambas advertían lo mismo, Michelle alzo los hombros, por fin, cerraron las cortinas y se colocaron con las espaldas pegadas al ventanal, asegurándose de poder acceder a una fuente de luz de ser necesario.
En la oscuridad se tomaron de la mano dejando la otra cerca de las cortinas, juntas en el silencio Michelle sentía temor, en contraste Fernanda parecía llena de serenidad. De pronto unas luces se encendieron en el techo, por lo oscuro del lugar no habían reparado en ellas, luces blancas de navidad, se encendieron también las del árbol solo que estas eran de colores, la escena recordaba a las casas de las películas gringas en las que todo esta lleno de luces en navidad mientras la chimenea calienta la casa, solo que aquí no había chimenea.
La puerta por la que aquel hombre desapareció se abrió, él salio lentamente, Fernanda lo observo mientras que a Michelle el corazón le latía rapidamente. Apareció el Krampus, un hombre vestido de negro, tocado por una chamarra de piel y una máscara mixteca de diablo, de madera, sumamente detallada y bonita en realidad.
-Estoy muy contento de que hayan aceptado mi invitación para venir a practicar shibari- dijo el Krampus- ¿quien desea ser la primera? -pregunto-.
Les dio la espalda dejando caer ruidosamente su petaca cuero negro de la misma cual saco una tela de peluche blanca, la extendió frente al árbol y después la miro nuevamente, saco unas cuerdas negras de yute, una fusta y un látigo de cuero, Michelle miro a Fernanda diciendo “no” con la cabeza, ¿a donde diablos la había traído su amiga? Ambas miraron la puerta por la que entraron al salón, en el arco de la misma había parada una mujer vestida también de negro con una máscara de conejo, tenía los brazos cruzados y las miraba fijamente.
El Krampus se incorporo y extendió su mano izquierda señalando el peluche acomodado en el piso, habían acudido a su llamado y ahora no las dejaría partir, Fernanda miro a Michelle y luego en silencio camino hasta la peluda tela.
-Quítate los zapatos- dijo Krampus autoritario mientras tomaba una cuerda del piso y la desenrrollaba. Lentamente ella se retiro los zapatos y los puso a un lado del tapete-peluche, luego se paro sobre el mismo -aquí no hace tanto frío como afuera, de modo que puedes quitarte la chamarra- indico Krampus a una Fernada taciturna y sumisa, como un animal que se siente acorralado por un depredador, a la espera de su actuar o de un descuido que le permita huir.
Krampus le tomo las muñecas, le coloco los brazos doblados sobre la cabeza, ahí comenzó a pasar una cuerda por debajo de su busto mientras Michelle observaba el ir y venir de las manos de aquel diablo por diferentes ángulos del cuerpo de su amiga, el resultado final era un pentagrama invertido que adornaba el pecho de su amiga, Fernanda había cerrado los ojos desde el momento en que todo inicio, Krampus le junto sus manos frente a su propio pecho y las ato a la altura del pentagrama como si estuviera rezando, luego deslizo cuerda por su femenina cintura, la hizo hincarse y luego la ayudo a acostarse, tomo sus piernas para después inclinarse delante de ella, colocándo las mismas sobre su hombro derecho, en esta postura fue atando sus piernas juntas bajándolas luego lentamente, el resultado final era una Fernanda inmóvil en una postura parecida a la esfinge grabada en el sarcófago de un faraón.
-Tu amiga se ha quedado dormida- dijo Krampus a Michelle sin mirarla, Michelle se sintió sola, algo le ocurría a su amiga y elle no podía escapar de aquel lugar, no sabía que hacer.
-Para Michelle tengo algo diferente- dijo Krampus a la mujer de la máscara de conejo. Ella asintió y luego recobro su inmóvil postura.
Señalo la estructura de metal negro, saco una segunda tela de peluche de su petaca y la coloco debajo de la estructura, con una señal le pidió a Michelle acercarse, ella dudo temerosa, a punto del llanto, el inclino la cabeza de lado incrédulo y volvió a invitarla con un ademán de su mano. Michelle estaba en una habitación con una pareja de locos y su amiga estaba inconsciente, temerosa y lenta como su amiga antes que ella se deslizo hasta la tela blanca con resignación. ¿Qué sería de ella atada e indefensa ante aquel diablo del cual no sabía nada? Habían asistido sin decirle a nadie donde irían, era un escenario perfecto para el desastre, además él era más grande y fuerte que ella.
A diferencia de Fernanda que vestía jeans, Michelle llevaba puesta una linda falda rosa, a pesar del frío invernal se había sentido cómoda así, ahora, dadas las circunstancias, este elemento le parecía una pésima elección para salir a cualquier parte. El no saber que le ocurriría la llenaba de intriga.
-Cada persona reacciona diferente a las cuerdas -comenzó a decir Krampus- para algunos no tienen efecto alguno, otros como tu amiga se relajan al punto de quedarse dormidos, pero existen más escenarios. Cierra tus ojos por favor -pidió Krampus dulcemente, algo que contrastaba con lo hecho antes con su amiga, Michelle obedeció y él le cubrió los ojos con una mascada gris- Este es el color del bondage, que es la practica de inmovilizar el cuerpo...
Sumida en su propia oscuridad sintió como las manos de él le tomaban las muñecas y le elevaban los brazos por encima de la cabeza, como antes lo vio con su amiga, ahora ella sintió el abrazo de las cuerdas, cegada percibió su perfume, dulce y cítrico, diferente al usual aroma que conoció en sus interacciones con otros varones. Krampus se acercaba y alejaba de ella y ella se sentía inquieta con él, aunque al mismo tiempo sentía que ya le conocía, acomodándola deslizo sus negras cuerdas por su cuerpo hasta completar la figura, Michelle no podía verla, aunque sabía que en su pecho se formaba el pentagrama que minutos antes vio abrazando el torso de Fernanda, antes de su sueño faraónico.
Detrás de ella, se inclino y le coloco los brazos detrás de la espalda, ella se descubrió apoyando su cabeza en el pecho de él, sorprendida por aquel gesto se recompuso y se paro derecha, Krampus le ato las manos. -Abre la boca por favor- dijo el demonio deslizando una cuerda por la misma, ciega y muda algo había cambiado en ella, ya no tenía ese deseo de escapar.
Sintió la mano de Krampus en su pantorrilla, él le quito con suavidad los zapatos, primero el izquierdo, luego el derecho, metodología repetida con las cuerdas después, la tomo de los antebrazos y la coloco sobre el peluche, era cómodo y muy suave, sin soltarla se paro frente a ella y le beso la frente, se hinco y deslizo una cuerda por su cintura -Arrodillate- esta vez fue autoritario, ella cedió sin saber porque, Krampus le ato el tobillo, luego deslizo la cuerda por su rodilla y la subió por su muslo, ella aparto la cabeza, era la única huida que podía ofrecer. Era la única huida que deseaba ofrecer. Lentamente su pierna fue adornada por una cuerda que la mantenía flexionada, él adorno luego su pierna derecha, la ayudo a recostarse y acaricio su cabello, deslizo una cuerda por el mismo y lentamente la jalo obligándola a arquear la espalda y también a jadear, avergonzada se recompuso no obstante algo llamo su atención, al jadear pudo escuchar una pequeña risa...
¡Fernanda! ¿Qué había ocurrido con ella? Hasta ahora reparaba de nuevo en ella, en como la había visto ser atada por aquel loco. Pero, ¿fue Fernanda quien rio? No podía hablar y en realidad no deseaba hacerlo, cegada le parecía increíble que su amiga encontrara graciosa aquella experiencia donde ambas estaban sometidas y vulnerables.
Finalmente fue Fernanda quien las metió en tal embrollo, ¿por qué la siguió, por qué la había seguido siempre se preguntaba ahora?
Porque Fernanda poseía una seguridad que ella no. Siempre se había sentido excluida del mundo, ajena a los demás, llena de angustia y en ocasiones sola, Fernanda le daba quietud a su espíritu, por eso adoraba el haberla conocido.
Y sin embargo ahora se sentía llena de paz...
Con otra cuerda unio las piernas al pentagrama, tres cuerdas más y trás un jalón la elevaron del piso. Se sintió en otra dimensión, en un limbo aparte del mundo, observo la sensación de las cuerdas abrazándola, la quietud de su ser y la humedad de su sexo, jadeante, extasiada.
Aunque algo no cuadraba, la había nombrado, también la había besado, entonces él retiro la mascada, permitiéndole comprender todo, Krampus era aquel hombre que la había echo sonrojarse tantas camino a la escuela, le tenía de frente vulnerable y excitada, ella hizo lo mismo que hacía cada vez que se encontraban, bajo dócilmente la mirada, entendiendo que ahora existía para él, y no tenerlo cerca había sido su castigo, Krampus sello su realidad con un beso.
Por:Krampus