Llego corriendo al taller de Santa, es tardísimo y esto es una completa locura, se nota que mañana es Navidad y todos andamos como poseídos. Nada más entrar veo a Santa que al fijarse en mí sonríe, él sabe que si llego tarde es por su culpa, ya que la noche fue muy movida, le encanta el morbo y a mí me hace ver copos de nieve tan solo con recordar nuestra última cita.
Al acercarme a mi mesa veo a la señora Claus, muy ladina al verme sonríe, a ella le encanta mirar los juegos de su marido y, de vez en cuando, participa haciendo que todos lo pasemos de lujo. Llego a mi puesto de trabajo y comienzo a empaquetar juguetes, ahí estaré las ocho horas de mi jornada laboral. Enfrascada en mi tarea pierdo la noción del tiempo, de repente escucho por el intercomunicador “Señorita Nieves, pase por la oficina”, mi cara es un poema, debo estar tan roja como la capa de Santa, Escuchar su voz tiene un efecto mágico sobre mí, mi entrepierna se humedece, sé lo que pasará….y me gusta.
Voy caminando a la oficina, abro la puerta y le veo sentado en el escritorio, su mujer en lencería y calzada con unos tacones de aguja sostiene en las manos unas esposas y varios juguetes más que no soy capaz de distinguir, estoy ardiendo y el juego todavía no ha empezado.
Al entrar la Señora Claus se dirige hacia mí, mete las manos en mi cabello, me atrae hacia ella hasta quedar pegados nuestros cuerpos y me besa. Su boca sabe a frutas, su lengua tiene la suavidad del terciopelo y se enreda con la mía como lo haría una serpiente. Me hace pasar y al ver a Santa mi deseo aumenta, “Vamos Nieves, Papá Noel te espera” me dice. Me coge de la mano, me sienta frente a él sobre el escritorio, abre mis piernas y se da la vuelta.
Él se pone de pie, se acomoda entre ellas, me besa y puedo degustar el mismo sabor a frutas en su boca. Me tumba sobre la mesa, rompe mis bragas de un tirón, abre mi vestido de trabajo y desgarra mi sostén. Sé que no va a andar con medias tintas, él viene a por todo y lo quiere todo de mí. Lentamente mete sus dedos dentro de mi coño; ella, mientras tanto, pellizca fuerte mis pezones y al besarme va absorbiendo mis quejidos de dolor. Estoy muy excitada, Santa saca sus dedos de mí y los pone en los labios de su esposa, ella los saborea golosa pasando lentamente su lengua por ellos. Hoy el juego es a tres bandas, me vuelve a besar y puedo saborear mis jugos en su boca mezclado con ese sabor a frutas que me provoca curiosidad. Santa se sienta y comienza a degustarme, aprieta mis caderas con fuerza y me empuja más hacia él, soy su juguete favorito. Cada noche el juego es más intenso y siempre lleno de sorpresas, unos días somos los tres, otros Santa me usa y su mujer se convierte en una voyeur que disfruta viendo como su marido me folla y otros me usa ella para él.
Soy el capricho que se dan y juegan conmigo a su antojo siempre que me llevan hasta ellos. Ella venda mis ojos, Santa palmea mi coño y juega con mi botón para que se agrande, cuando está satisfecho coloca unas pinzas, ¡¡¡joder como duele!!!! Mi cuerpo disfruta del dolor que me proporcionan, tanto que mi coño se baña en jugos. Mientras tanto Santa sube y lame mis pechos que ya están duros, los palmea y coloca pinzas también en cada uno. La Señora le mira con lujuria, a ella le encanta ver mi dolor, la pone. Santa la complace, me da la vuelta, me pone las esposas y me deja inclinada. Contarás cada uno de los azotes y me darás las gracias, Sí Señor... Me jala del cabello. ¿Sí qué? Sí, Mi Señor, sí Mi Señora... Ahora entiendes mascota, se aleja, ¡Cuenta!... Zasss, uno, gracias Mi Señor, Zasss dos, gracias Mi Señora, … Al estar inclinada las pinzas rozan con la mesa y al azotarme la pinza del coño me provoca un dolor combinado que me hace sentir dolor y placer, martirio y éxtasis.
Cuento cincuenta, el culo me arde. Creo que usó la fusta de lengua, la que hace que arda mi trasero pero no impide que mi esencia chorree. Se detiene, mete sus dedos en mi sexo para comprobar cómo estoy y sonriendo dice: "Buena mascota". Santa dice “Ven querida, está lista para ti”. Ella se inclina y me come, me degusta de una manera salvaje, mis piernas tiemblan entre el dolor de la pinza, mi culo que arde y el placer al que me lleva. Mi cabeza da vueltas, se detiene, Santa me quita las esposas, me tumba en el escritorio, retira todo y me besa. Estoy muy excitada, su juego me hace entregarme a ellos sin reservas. Santa me toma en brazos y me lleva al centro de la sala de estar donde me coloca sobre una alfombra roja muy mullida. Se besan mientras yo los miro desde el suelo, estoy inundada de deseo y lo saben. Santa hace que la Señora se incline, ella queda justo entre mis piernas, "justo ahí" dice Santa. Comienza a lamerme, mientras él con la fusta la comienza azotar. Ella gime y chupa con fuerza mi húmeda cavidad, él vuelve a azotarla, así le gusta, el dolor la calienta y yo mientras tanto estoy cerca de correrme. Claus se detiene, ella deja de chúpame y yo suelto un gemido de frustración, ¡¡casi llegaba!! ella sonríe y me besa, el sabor a frutas junto a mi esencia forman una mezcla deliciosa. Me mira y se acomoda en tijerilla, comenzamos a frotarnos mientras Santa mira desde la butaca y se acaricia la polla.
Es todo un espectáculo para él, estamos tan excitadas que nos corremos sin dejar de besarnos y llenar de caricias nuestros cuerpos bañados en sudor. De pronto Santa dice: “Hazlo, ¡tómala querida!” y ella se mueve para de la mesa tomar un cinturón con consolador incluido, es su favorito. Yo aún deseo más y sé que ella también. Se lo coloca y lo fija, él me ordena que me coloque a cuatro patas y lo hago. La Señora Claus me lo mete hasta el fondo tomándome del cabello y comienza a bombear, mientras Santa ya está frente a mí con su polla en la mano. "Chupa mascota" grita, ella bombea y él la mete toda, me arqueo pero eso solo consigue excitarlo más, la Señora Claus disfruta follándome y Santa se deleita con mi boca, entre tanto yo me acerco vertiginosamente a un orgasmo deliciosamente salvaje. Entre los sonidos de mis jugos y la lujuria me corro, Santa sale de mi boca, ella gime del placer por tener el control, ese es un capricho que Santa le permite conmigo, él nos guía a ambas y este juego a tres bandas es nuestro morbo. Le ordena que se coloque frente a mí mientras él se acomoda a mi espalda, entre mis piernas, ¡¡¡Ummm!!!, por fin sentiré a Santa y su polla dura, ahora es mi turno de comer de ella.
Saboreo su jugoso coño, ella es puro fuego, Santa frota su polla entre mi coño y mi culo, sé que irá por detrás, ese es su sitio favorito. Pasa con su glande la humedad de mi coño a mi ano y me encula, un grito ahogado sale de mi garganta y con fuerza bombea. Yo sigo saboreándola, ella está a punto, la dureza de la escena y el ver como su esposo me folla es lo que la excita y la hará correrse, él también lo hará, este es nuestro juego y jugamos hasta el final. Claus sigue bombeando, yo como con hambre el coño de Mi Señora mientras le meto dos dedos y lentamente los giro en su interior. Los jadeos y los gemidos que emitimos inundan la sala, cada uno de nosotros disfrutamos de la locura del momento y en perfecta comunión llegamos los tres a la vez a un orgasmo tan brutal que hace que nuestros cuerpos se estremezcan de placer.
Santa sale de mí me lleva con él y se sitúa entre ambas, soy el juguete de mi Señor Claus, y de mi Señora Claus, jugar y entregarnos es el culmen de todo. Nos vestimos y pasamos al comedor, la mesa está puesta, en dos horas mi Señor Claus saldrá a repartir juguetes y será Navidad. Saca una botella y sirve tres copas, brindamos y yo sonrío, ellos me miran y Santa pregunta, por qué sonríes mascota? Levanto la copa y digo, el vino sabe a frutas, ellos sonríen y yo me tomo todo el vaso. Entre bromas y risas suena el reloj, ellos me miran y sonriendo los dos dicen al unísono, hasta mañana mascota, desaparecen y yo despierto de mi sueño como cada noche de mi ardiente Navidad.
Por: Briana Ward