-Feliz Cumpleaños An- decía la tarjeta de arbolito de navidad que acompañaba una caja de regalo.
Ya se que debería ser un cuento de navidad, pero también es el cuento de un cumpleaños, (uno falso por cierto) ya que Ángela había nacido el 15 pero sus prácticos papás decidieron que la fecha oficial seria el 24 de diciembre y así reunir a toda la familia, el plan solo funcionó cuando cumplió 15, pues los demás años había pasado desapercibida, su familia le regalaba calcetas, corpiños o botitas llenas de dulces, pues estaban muy ocupados gastando su dinero en otros compromisos, sus amigos nunca estaban, varios incluso olvidaban su cumpleaños por pensar en la navidad, Ángela no tenia muchos amigos, era la típica niña única y diferente que pertenece al 1% de la población que no ha visto starwars, le gustan los días fríos y prefería ver una serie de Netflix a salir de fiesta, ah y por cierto, ODIABA la navidad.
..Ella y su despiste. Chocó con alguien ( como no )... Cuando levantó la mirada para disculparse,encontró unos ojos negros como carbón.
Impactada,divisó entre su camisa un Triskel. Curiosamente,él mismo que llevaba ella.
Empezaron a reír.
Días después,las horas les pasaban como segundos...hablaban y hablaban,de todo,la vida,sus vidas,sus gustos....
Decidieron pues,acercarse al "local". Cada uno por separado. Como en un juego. Noche Buena. Una buena noche...
CUENTO GANADOR DEL PRIMER LUGAR POR VOTOS DEL PÚBLICO SIBARIS 2018
La Mañana transcurría común.
El café sobre la mesa y la mirada perdida en el marco de la ventana como todos los días. El canto de los pájaros y el murmullo de los autos que se dirigen a sus lugares de trabajo llenaban el ambiente alrededor.
Elisa, una joven de 22 años que siempre se caracterizó por ser una alumna sobresaliente, hija única pues el destino así lo había previsto, vivía junto con su padre, que se había hecho cargo de ella desde ese fatídico día cuando la vida le arrebato a su madre en un trágico accidente automovilístico, sin embargo su padre logró sacarla adelante y educarla .Elisa, siempre tuvo las miras a crecer de manera personal y conocer gente, lugares diferentes y sabía que para ello debería esforzarse. Nada llega a uno del cielo, decía.
Cambio sin titubeos las horas de diversión por lecciones de inglés y sacar los puntos necesarios para lograr ser considerada entre los afortunados estudiantes de tener ese anhelado intercambio estudiantil a un país distinto.
Las luces de colores pintaron la habitación donde los amantes danzaban desnudos al ritmo de las cuerdas, él las pasaba por el torso de ella haciéndole una karada, un «gote» para inmovilizarle los brazos mientras le mordía el cuello, de vez en vez, hundiendo sus dedos en el sexo mojado de ella quien a su vez, se dejaba hacer concentrada solo en susurrar el nombre de él llamándolo Amo. La casa estaba decorada con luces navideñas y como único testigo de su placer, un pino adornado con luces, cuerdas, esferas y dildos de cristal. Él la miraba sonriente, a ella suspendida en medio de la sala con la boca abierta esperando ser usada cuando de pronto todo empezó a nublarse hasta quedar completamente oscuro.
Abrió los ojos tan abruptamente como pudo jadeando desesperado, la luz de la ventana lo cegó, nunca antes le había parecido tan intensa; los oídos le zumbaban, la cabeza le daba vueltas, una arcada le sobrevino intempestivamente, a punto estuvo de no llegar al escusado, luego de vomitar, se miró en el espejo empolvado, tenía los párpados hundidos y el rostro demacrado, tardó varios minutos en reconocerse en la imagen que se vislumbraba del otro lado del cristal roto.
Caminó por el derruido pasillo de aquel departamento, llegó a la sala, un espacio vacío con las ventanas tapiadas, una banco oxidado y frente a él, el viejo pino o al menos sus restos muertos: el tronco y unas ramas que se rehusaban a caer; de aquella navidad, solo la mitad de una esfera rota, colgando en una de las ramas secas, quedaba.
Las fiestas decembrinas habían llegado y habíamos planeado pasar parte de la noche con unos amigos, en la casa. Los preparativos ocuparon mi día: la cena, los adornos de la casa y la mesa, pero estaba feliz de hacerlo. Como era Su costumbre, Él decidió la ropa que me pondría y la colocó en la cama para que me vistiera, un vestido corto de color negro, medias, liguero y un brassiere fué lo que encontré en la cama y me dispuse a vestirme.
Llegaron los invitados y entre risas y charlas la velada fue transcurriendo, cuando fui por las cosas de la cena a la cocina Él se acercó a ayudarme y me dijo al oído: ve al cuarto, en el tocador hay una caja, ábrela y ponte lo que tiene.
Me apresuré a cumplir sus órdenes, comenzaban los regalos. Tal como dijo encontré la caja, y al abrirla vi un plug con joya, busqué en el cajón un poco de lubricante y me lo coloqué, para dirigirme con el resto al comedor. Mientras caminaba sentía el duro plug dentro de mi ano y esto me mojaba. Al llegar a la mesa volteo a verlo y encuentro en su rostro una sonrisa cómplice que solo me ruborizó más de pensar que no estábamos solos.
Conforme avanzaba la noche se fueron retirando los invitados. Una vez que despedí a los últimos comecé a arreglar un poco la mesa, creía que todo había terminado ya, el plug causaba excitación en mí y pensaba retirarlo antes de irme a acostar sin imaginar que ello distaba mucho de los planes de Mi Señor:
- Estuvo muy rica la cena - susurró a mi oído colocándose detrás de mi, mientras acomodaba unas cosas en la mesa - pero aun no ha terminado la noche y el festejo recién comienza. ¿Cómo te has portado este año? - preguntó - ¿acaso mereces un regalo? - por respuesta solo pude susurrar un si.