¿Tú lo vives como estilo de vida, o pasatiempo? ¿Te gustaría tener más de una persona con quien sesionar? ¿Tener una hermana? ¿Ser de la vieja escuela?...
Estas y otras preguntas sin duda son meritorias de reflexionarse antes una pregunta aún más importante ¿Para qué? Para ser admirado, matar el tiempo, ser parte de un grupo de iluminados o vivir la verdad del BDSM.
Cualquier respuesta es valida, al final cada uno puede tener su razón, pero quizás la respuesta de la mayoría si se detienen a pensarlo es más simple: ¡para ser feliz!
Y vale decir que coincidió en diferencia placer de felicidad, él placer puede ser la experiencia de una sesión, pero la felicidad es él “eco” que nos regocija en él tiempo, en otras palabras, él place puede ser él resultado, pero la felicidad es la meta.
Por felicidad entiendo una emoción positiva, duradera que anima la esperanza de una vida plena, aclaro, no digo que él BDSM sea sinónimo de felicidad, sino que puede contribuir a la felicidad de las personas.
Para ello se requiere que quienes lo practican, estén bien informado, las realicen de manera libre de coerción, culpa, ideas sin fundamento y engaños.
Si, por el contrario, él BDSM que vivo, me hace sentir intranquilo, me avergüenza, requiere que engañe, donde él placer de un día se vuelve él sufrimiento de otro, donde la envidia y la desesperanza se hacen presente, debería considerara si estoy en él lugar y con las personas correctas, por qué repito ante todo la idea es ser feliz.
Y esto tal vez ayude a que otras personas entiendan que no es solo que me gusta humillar, que me azoten o exhiban, es que eso me hace feliz, por qué me permite sentirme libre, creativos, sensual, aceptado, entregado, en complicidad. También asumir, que él D/s no es lo único que puede hacerme sentir bien y que por ello no tengo que aceptar lo que sea contrario a mis valores o integridad, pues no me define, solo es uno de los posibles medios para gozar de la vida.
Para mi Sumisa Nikita.