Sin duda entre los retos que las personas debemos enfrentar en la formación de una autoestima positiva es superar los sentimientos de culpa y vergüenza, y es aquí donde comienza una de las paradojas del BDSM si hay que supéralos ¿por qué usarlos como un elemento del juego?
Lo primero sería diferencias entre ambas experiencias, de manera simple, la culpa es la sensación (real o no) de haber dañado los sentimientos o pertencias de otro, por ejemplo de una sumisa al no haber cumplido una orden de sus Amo; sin embargo la vergüenza es más escurridiza pues es el sentimiento de no ser digno del aprecio, respeto o amor de los otros. Cuando una persona dice “no soy digna de ti” lo que habla es la vergüenza con su respectiva factura a la autoestima.
Superar la culpa es más o menos fácil, lo primero es reconocer la falla, disculparse y comprometerse a evitar repetirla, en cambio la vergüenza es un sentimiento negativo de la valía personal y requiere la aceptación incondicional del “si mismo” para trascenderla.
Pero ojo, no digo que no sea bueno tener sentimientos de culpa o vergüenza ya que de manera positiva permiten regular las conductas sin sobrepasar nuestros límites o afectar a otros.
Pero entonces ¿cómo erotizar de manera ética la vergüenza?
Los juegos de humillación se basan desde mi visión, en jugar con los límites de la vergüenza de los sumiso y sumisas o en la trasgresión de las formas socialmente correctas de comportamiento.
Comencemos a hablar de las segundas, en esta sociedad no es común que una persona salga vestida de forma provocativa y ande paseando en trasporte público, para muchos seria de mal gusto que una persona saliera con una chiqui-falda, (más si es hombre) o con un collar puesto, estar arrodillada o admitir que es un perro obediente.
Y aunque para algunos practicantes esto sea divertido y excitante, puede considerarse juegos de humillación pues en nuestro contexto social, esto solo lo harían las personas de dudosa reputación o enfermas, y consecuentemente verlas como inferiores.
Las segundas requieren que él o la dominante conozca los aspectos que avergüenzan a la personas y moverse en esos límites, nuevamente un hombre puede sentirse muy apenado de saberse vistiendo lencería de mujer debajo de su traje “Armani” temiendo que sus compañeros de trabajo lo descubran y lo traten de afeminado o mandilón.
Pero si este hombre se encuentra, con el placer de la trasgresión y el regocijo de su dueña o dueña por el cumplimiento de la tarea, esto no cuestionara su autoestima, por el contrario, la refuerza, pues le permite la experiencia de aceptación de sus alegrías por sobre los juicios morales.
Y este el punto luminoso de la “humillación erótica” donde la intención no es afectar la autoestima, sino ampliar los límites de autoaceptación.
Un o una Dominante no debiera (desde mi visión) usar la humillación como una forma de control que afecte negativamente a la persona, sino de exponerla a lo que pude ser una experiencia de crecimiento personal.
Pero esto exige a los y las Dominantes exponerse a la vergüenza, ¿Cómo puedes acompañar a alguien en su camino de crecimiento, si tú no lo has recorrido?
Y no, no me refiero a que los Dominantes deban ser swirch, si no a la de mostrarse ante los otros sin mascaras y permitirse recibí críticas por sus técnicas y cuestionamientos a sus conceptos.
Reitero que nada tiene de justificación decirle a una persona con “trastornos de alimentación” que es una gorda que nadie puede querer, con la excusa de que juega con la humillación.
Me importa mucho compartir que un mal golpe, puede lastimar y dejar un moretón no deseado, pero el cuerpo tiene la capacidad de sanarse, sin en cambio una frase humillante puede dejar una afectación persiste y oculta, por ello aquellos dominantes que entre a este escenario de juego, deben conocer muy bien los límites de sus sumíos o sumisas y tener claro a donde desean llevarlo.
Cuál es tú punto de vista sobre la humillación erótica? Siempre es interesante leer tú opinión y compartir experiencias.